El signo del infinito es un círculo girado sobre sí mismo, como una montaña rusa o un engranaje cuya pieza clave es, precisamente, ese punto de intersección. Este lugar es donde sucede la incongruencia fortuita, que repentinamente nos coloca en un estado de shock.
Este conjuro ritual tiene el propósito de desbloquear el estancamiento provocado, tanto físico como mental, hacia la aceptación, la apertura, la flexibilidad y el placer colectivo.